Hay veces que sabes que un libro no te va a defraudar. Y no sabes muy bien por qué, pero lo sabes. La historia de esta reseña no es como las demás. Y quizás deba explicaros los motivos por los que tenía tantas ganas de que este libro cayera en mis manos.
En primer lugar, tenía mucha curiosidad por leer alguna de las obras de Roberto Aliaga. Me habían hablado tan bien que ya era como una necesidad (es más, hoy lo conoceré personalmente porque tenemos la inmensa suerte de que estará firmando ejemplares de sus libros en la caseta de Llibres Chus en la Feria del Libro de Alicante).
Y en segundo lugar, porque pensar en Barco de Vapor significa retrotraerme 30 años atrás (o alguno más) y recordar las tardes de verano leyendo títulos de su colección: Abuelita Opalina, La nariz de Moritz, El Pampinoplas, Siete chicos australianos, La hija de la mañana, Un duende a rayas, Nube de noviembre, Lumbánico el planeta cúbico, El secreto de la arboleda... (por supuesto, sin olvidar a Fray Perico y El Pirata Garrapata). Buena memoria tengo, pero también me ayuda tenerlos en la estantería de mi casa, guardados como joyas y esperando pacientemente a que mis hijos los lean (aunque algunos ya los han leído).
Conocía "Tortololita" (ilustrado por mi buena amiga Paula Alenda), pero este título era especial: "Cómo arreglar un libro mojado". Quizás por deformación profesional (aunque algunos lo sabéis, la inmensa mayoría desconocéis que me especialicé en historia del libro y de la imprenta en la Universidad), así que no podía dejar de pensar en el título. ¿Un libro mojado? ¡Qué crimen! ¡Menuda historia debía ser!
Mi intención no es destriparos la historia, porque la gracia es desconocer el enigma y estar enganchado hasta el final. Pero sí que os puedo contar lo que me ha parecido y lo que más me ha gustado. ¿Cómo reaccionaríais si, de repente, mojáis un libro que no es vuestro y que además no sabéis quién es el dueño? ¿Y si encima es un diario? ¿Y si además os preocupa lo que hay escrito en sus páginas? ¿Y si encima lo perdéis?
Pues eso mismo es lo que le pasa a Víctor, el protagonista de esta historia. Afortunadamente, contará con la ayuda de su archi-enemiga del parque, Sara, de la cual le separa todo un "abismo insalvable": es un año más pequeña. Y con Carlos, su vecino, que siempre aparece en un segundo plano (como bien refleja la portada).
Roberto Aliaga consigue tenernos en vilo durante toda la historia (por cierto, una historia con un trasfondo triste, pero que es tratado con muchísima delicadeza). Eso sí, también con mucho humor. Y me ha gustado mucho la manera de marcar las pausas entre capítulos, con la inclusión de referencias al foro de Internet en el que el protagonista pide ayuda, las páginas del diario (con el detalle de los efectos de haber sido expuesto a "algún líquido") e incluso referencias al significado de determinadas palabras (tal cual aparecen en el diccionario de la RAE).
Y por supuesto, no podemos dejar de lado las estupendas ilustraciones de Clara Soriano: muy, muy divertidas. Y que completan (y complementan) a la perfección el relato.
Una historia que atrapa de principio a fin. Acompañaréis al protagonista en su agobio y desesperación del principio; en su lucha interior (lo leo o no lo leo, qué dilema); en su nueva y asombrosa amistad con Sara; en su desconcierto por no saber qué hacer... Y en el emotivo e inesperado final, que convierten a este relato en un imprescindible de cualquier colección infantil.
Ficha técnica
Título: Cómo arreglar un libro mojado.
Autor: Roberto Aliaga.
Ilustraciones: Clara Soriano.
Colección: El Barco de Vapor.
Edad recomendada: 8-11 años.
Edad recomendada: 8-11 años.
Páginas: 112.
ISBN: 9788467591941.