El verano es una
época muy difícil desde el punto de vista oftalmológico, pues existen muchas
circunstancias que pueden crear ciertos “problemillas oculares”. Tal vez la problemática
más frecuente es la irritación de los ojos; estamos en una época donde las
piscinas, playas, etc. hacen que los ojos se expongan a sustancias irritantes, como puede ser el cloro o la suciedad del agua del mar o la arena, que
produzcan que los ojos se irriten y se pongan rojos.
Evidentemente requeriremos
en muchas ocasiones el tratamiento con antiinflamatorios suaves o incluso
antibióticos, en caso de que aparezcan legañas o secreciones (signos de pequeñas
infecciones). Pero lo fundamental será intentar evitar en lo posible todos los
agentes irritantes; y para ello nada mejor que el empleo de gafas de buceo a la
hora de bañarse y la limpieza frecuente de los ojos, bien con suero fisiológico
o con lágrimas artificiales, las cuales deben conservarse en la nevera para que
el frío haga de descongestivo ocular.
Muy en relación
con esta estación están las conjuntivitis alérgicas, las cuales en esta
época empeoran dado el ambiente de extremo calor y el poco recambio del mismo
por la ausencia de lluvias, con lo que los pólenes y otros alérgenos se
mantienen en el ambiente. Junto a las medidas de tratamiento oportunas en cada
caso, lo más importante será mantener una hidratación frecuente del ojo con
lágrimas artificiales, las cuales nos permitirán limpiar los ojos de las
sustancias alérgicas del ambiente y refrescarlos (al mantenerlas en la nevera, con lo cual también disminuirá su irritación).
Otro problema
frecuente es que muchas veces en esta época prescindimos del empleo de las
gafas, las cuales requerimos constantemente y no tenemos duda en emplear
durante el invierno. Aquí cada caso deberá ser valorado individualizadamente.
No será lo mismo el prescindir un “ratito” de las gafas en un niño que no tiene
ningún otro problema más que una leve miopía o hipermetropía, que aquel niño
que esté empleando las gafas por un déficit más acusado, donde su falta de uso
limitará seriamente su visión; o peor aún, en aquellos casos donde estemos
recuperando un ojo vago y que la ausencia de las gafas puede hacer retroceder
lo que hemos luchado por ganar durante el invierno. De todas formas, tal vez el
mejor consejo es que confiemos a nuestro oftalmólogo la problemática de cada
caso y será él quien nos aconseje sobre los riesgos que podemos tener; o si por
el contrario, podemos prescindir un ratito de las gafas para esas horas del baño
(pero sin que ese ratito se convierta en todo el día).
Indudablemente
los mayores obstáculos los tenemos con aquellos niños que se encuentran en
tratamiento para recuperar un ojo vago mediante el empleo del parche. El
verano y el parche son bastante incompatibles, pues el calor, las piscinas, el
sudor, etc., hacen que suponga no poco problema el mantener el tratamiento
estrictamente. De nuevo, no podemos generalizar y cada caso debe ser valorado
individualmente, pero existen algunas otras alternativas al empleo del parche
que nuestro oftalmólogo pediátrico podrá aconsejarnos, al menos para intentar
pasar el verano sin perder lo que hemos ganado. La posibilidad de disminuir las
horas de oclusión o el empleo de filtros penalizadores sobre la gafa, son
algunas de las alternativas que podemos tener a nuestra disposición.
No podemos
olvidar en este comentario la mayor frecuencia de “pequeños accidentes”, como
traumatismos, heridas, cuerpos extraños en los ojos, etc., fruto de las
actividades propias de los niños en esta época de vacaciones. Aquí
evidentemente en cada caso requeriremos la valoración especializada de nuestro
oftalmólogo pediátrico para actuar individualizadamente con las medidas
oportunas, no debiendo infravalorar los riesgos que una asistencia demorada
puede conllevar.
El verano es una época para el disfrute de nuestros hijos, pero ello no
quiere decir que desatendamos sus cuidados oftalmológicos. Para ello conocer
las circunstancias de los problemas de nuestros hijos, sus limitaciones y sus
necesidades es fundamental. No tengamos miedo en confiar a nuestro médico los
problemas que puedan surgirnos por intrascendentes que puedan parecernos, pues
a veces existen opciones que pueden valorarse adecuándonos a las circunstancias
de cada paciente. Y no olvidemos que, en el fondo, son niños y debemos adaptarnos
a su mundo y a sus circunstancias para lograr su mejor desarrollo visual con el
mínimo de problemas.
Dr. Carlos Laria Ochaita.
Oftalmólogo pediátrico y estrabismos.
Director Unidad Oftalmología Pediátrica y Estrabismos
Clínica Baviera
Clínica Baviera